El entendimiento de las demandas físicas del juego es esencial para planificar un entrenamiento efectivo en el fútbol (Hostrup & Bangsbo, 2022). Durante un partido, los futbolistas profesionales recorren entre 10 y 13 km con alrededor de 1400 cambios de actividad, lo que equivale a un cambio de patrón cada 4 segundos. A pesar de…

By

Demandas físicas y metabólicas en el fútbol de alta competición

El entendimiento de las demandas físicas del juego es esencial para planificar un entrenamiento efectivo en el fútbol (Hostrup & Bangsbo, 2022).

Durante un partido, los futbolistas profesionales recorren entre 10 y 13 km con alrededor de 1400 cambios de actividad, lo que equivale a un cambio de patrón cada 4 segundos.

A pesar de que gran parte de las acciones de los jugadores implican una carga metabólica y mecánica baja, como estar de pie, caminar y trotar, la carga intermitente del fútbol incluye acciones a un esfuerzo cercano o máximo con un alto impacto metabólico y mecánico, como sprints de alta intensidad, aceleraciones-deceleraciones, entre otras.

Dependiendo de la posición en el campo, los jugadores cubren aproximadamente 2.5 km a altas velocidades (> 19.8 km/h) y realizan de 40 a 60 sprints que suman entre 0.3 y 0.6 km, representando entre el 4-12% y 5-18% del total de la distancia recorrida, respectivamente.

Tras las acciones de alta intensidad, se observan períodos de recuperación de 60 a 70 segundos antes de otra acción intensa, con una proporción de trabajo-descanso de alrededor de 1:12, aunque puede ser tan corta como 1:2 en momentos intensos del partido. Esta dinámica es especialmente notable en los centrocampistas, cuyos periodos de recuperación entre acciones intensas suelen ser inferiores a 20 segundos.

Por consiguiente, los jugadores deben contar con una sólida capacidad para la producción de energía aeróbica y anaeróbica para hacer frente a las distancias recorridas, facilitar la recuperación entre acciones intensas y ejecutar trabajo repetitivo de alta intensidad y sprint.

Se estima que los sistemas de energía aeróbica representan entre el 70-90% del consumo total de energía, mientras que los sistemas de energía anaeróbica abarcan el resto. Esto se evidencia en las frecuencias cardíacas medias y máximas del 85% y 98% del máximo, respectivamente, y en niveles de lactato en sangre que ocasionalmente podrían superar los 12 mlmol/l durante un partido.

En este sentido, los jugadores de fútbol deben poseer un elevado consumo máximo de oxígeno (VO2 max) además de disponer de la capacidad de utilizar una fracción significativa de este valor para soportar las distancias recorridas y recuperarse mejor entre los esfuerzos de mayor intensidad durante el juego. Los futbolistas de élite suelen tener un VO2 máx de 60-75 mL/kg/min, dependiendo de la fase de la temporada y la posición en el campo.

Aunque los procesos aeróbicos predominan durante un partido, las demandas metabólicas de las acciones intensas, más ocasionales durante el juego, superan con creces la capacidad de los sistemas de energía aeróbica.

Por consiguiente, los procesos anaeróbicos adquieren relevancia cuando los jugadores realizan estas acciones tan intensas, en transiciones entre actividades y al aumentar la intensidad general del juego.

Los sistemas de energía anaeróbica al solicitarse de manera significativa en varios momentos de un partido, obliga a que los jugadores desarrollen en los entrenamientos una sólida capacidad anaeróbica que les permita esa ejecutar este tipo de acciones manteniendo la máxima o casi máxima intensidad de las acciones de una forma frecuente y sostenida.

Hostrup, M., & Bangsbo, J. (2023). Performance adaptations to intensified training in top-level football. Sports Medicine53 (3), 577-594.

Deja un comentario